domingo, 19 de mayo de 2013

Un Amante solitario. Parte I

''Siempre decía tener vida en la mirada, sentía que era cierto, pues yo me veía reflejado en ellos''

Me llamo Henry, tengo 22 años,no poseo un oficio específico, ni profesión definida, solitario, pensador errante, ególatra y pseudoescritor de pasatiempo con alegatos de locura poco fundamentada.

Vivo solo, me dedico unicamente a mi trabajo y mi solitario hogar, tenía un vida ligeramente acomodada, podría decirse que vivía bien, tenía un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, un automóvil no muy usado que raramente sólia emplear, prefería caminar sin rumbo, o tomar algún autobus para llegar a mi destino, sea el trabajo o simplemente una de mis tantas caminatas . En un día de invierno, frío, gris y vacío como tantos pasados, me dispuse a tomar un café para alivianar la sensación de entumecimiento en los labios y manos. Entré a una pequeño café del lugar, me ubique en una mesa cualquiera, esperando a que tomaran mi pedido, mientras escribía algunos pensamientos en un cuadernillo que cargaba siempre en bolsillo. Derrepente vi una alegre muchacha, de mediana estatura, cabello claro se podría definir castaño, su piel tan blanca como la nieve que estaba pronta a caer este día, y sus ojos, ohh, me enamoré casi instantamente de ellos, ''parecían tener vida, podía ver reflejado mi pasada alegría en ellos''

Se llamaba Nely, era una chica simple, alegre, hermosa por donde la vieran, distinta (por poseer una mirada excepcional), todos venían vida en aquellos ojos, eso la convertía en alguien poco común y para mi lo más querida en este mundano lugar.

Me sentí tontamente perdido en ella, empecé a tener esa extraña y olvidada sensación en el estómago, recordé una cita ''Mariposas en el estómago. Vaya metáfora de mierda. Más bien parecen abejas asesinas'', describía a perfección aquel nudo en el estomago, el nerviosismo se apoderó de mi, y en un momento me perdí, tal vez como en una de mis caminatas sin rumbo o la negrura de una noche de invierno...

Ofuscado y confundido aquel día, no sabía nada de ella, más que su nombre por un amigo que la conocía, no sabía mucho de ella, no la había tratando con frecuencia, me dijo. Yo aún anonadado por su simpleza y su belleza estaba dispuesto a conocerla, invitarla a salir, tal vez tomarnos un café, ir al cine, no lo sé. Tan sólo esperaba y repetía en mi mente, ''espero que pueda notar a este solitario ser, que sus ojos en usted acaba de fijar''.


Memorias.

Hoy me siento sofocado por lo que sucede a mi alrededor, el ambiente es tenso, las personas viven presionadas y siempre angustiadas; yo aquí sin poder conciliar el sueño una noche más, pensando en ti, recordando aquellos momentos de felicidad que compartí contigo, quisiera buscarte, pero sé que no estarás, no te encontraré ni en aquel parque donde soliamos caminar, tampoco cruzando el pequeño puente del lago, no iré a tu casa, sé que ya no soy bienvenido ahí.

Pero sé que sigues aquí, sé que no te has esfumado del todo, aún tu presencia vive rondando cada espacio de ésta vacía ciudad. Recuerdas, fuiste tú quien me dijo: ''este mundo es una mierda, las personas son esteriotipos estúpidos, viven atrapados a una rutina, ordinaria y aburrida''

Cómo olvidar tus expresiones, no olvidaré jamás tus palabras, siempre pintando la realidad de nuestras vidas, por fantasías aún no realizadas, esperaré por tu regreso, seré paciente como lo fuiste tú, al tratar de cambiar mi misera vida, hasta entonces, aquí estaré, sentado en algún balcón, tal vez en el parque de nuestros días, o simplemente caminando sin rumbo en la noche, contando estrellas y esperando a que la suerte me tope contigo, ligero sentimiento de opresión, ganas incontrolables de volverme a perder.

Retrato de un suicida.


Sin más emociones por buscar, desanimado del mundo que lo rodeaba, abandonado en su totalidad de sus ideas, anhelos y deseos pasados. Al borde de aquel puente dispuesto a saltar, con la firme idea de acabar con el tormento por el cual ha de pasar, sin pensarlo, salto.
En menos de un minuto, su cuerpo yacía en el suelo, la vida se había esfumado, dejando sólo el cuerpo inerte, la gente sorprendida al ver dicho acto, nunca faltaban los curiosos en el lugar, una chica corrió desperada, tan sólo por verlo tendido en el suelo, 'es muy tarde, no llegué a tiempo' se le oyó exclamar, con las manos en el rostro y el evidente llanto, deseaba sólo escapar, pero recordó aquella útlima petición, él era su amigo, lo conocía hace mucho; obviando el momento que estaba viviendo, metió su mano en el bolsillo de él, sacando una pequeña carta que tenía su nombre escrito, sin más por hacer se levantó y se marcho.

Al llegar a casa aún consternada por lo sucedido, se dispuso a abrir la carta, sorpresa para ella al ver dicho contenido, no era extenso como era de esperarse, él era un hombre solitario y un tanto misterioso. Diciendo entre cortas lineas lo siguiente:

''Llegaste a mí, tanto tiempo deseé este momento, captar tu atención y que olvidarás al resto, sé que no es la mejor manera de hacerlo, pero que más da, mis sentimientos hacía ti no eran tan evidentes como para captarlos a mi manera, sé que tal vez estés pensando que estúpido fui, es más sé que no debí hacerlo, pero no daba para más, motivos no encontré para continuar con mi castigo, dada las circunstancias de mis actos ¿qué podías esperar de alguien tal 'feliz', tanto como para no poder compartir mis alegrías con las tuyas? Sin más que decirte, me despido de ti, de los que se acuerden de mi, de mi familia, si es que alguno recuerda de mi debil existencia, adiós con todos, adiós con nadie, hasta que la muerte nos vuelva a encontrar, hasta entonces por el infierno andaré vagando''
Confesiones de un iluso

Hoy lo sé, he caido, jamás pensé que algo así me iría a suceder, nunca imaginé este castigo tan cruel; enamorarme, oh perdición, no sólo no puedo no olvidarte, apareces como un pensamiento recurrente y obsesivo, disimularé que no es amor aun siendo tan evidente que te cuelas siempre entre mis escritos y me estúpido nerviosismo al toparme contigo. ¡Maldición! Te deseo, pero no sé, ni sabré si tú sientes lo mismo que hoy te escribo, dejaré estas cartas, escondidas, hasta que mi valentía se atreva y te las entrege como un regalo o tal vez el peor de mis castigos.


Un nuevo día transcurre, nada de especial en él, sólo ronda el recuerdo del sueño de anoche, aquél tan recurrente, en el cual forma parte de mi vida, dando pare a mis tristezas, convirtiendolas en alegrías, llenando los vacíos y tapando las miserias que habitan en mi, siendo tan feliz al punto de ser irreal y despertar de golpe maldiciendo mi suerte, buscándote tontamente sabiendo que no estarás.


Heme aquí, escribiendonte nuevamente, figurando entre mis letras y describiendo tu belleza entre lineas de ilusión cargadas de sueños no cumplidos. Siempre con la esperanza de que fueras a quererme, creyendo como un iluso que mis cartas fueran a conmoverte, hacer sentir aquel afecto hacia ti; no es sencillo expresarme contigo, me atacan los nervios, se entumecen mis labios, mis piernas flaquean a tal punto de parecer caer, mis manos sudan y mis palabras se enredan al pretender hablarte.


Sigo decaido y algo desmotivado, pero aún firme e agerrido a mis sueños contigo. Deseandonte entre cada carta, expresando mi locura hacia ti, plasmando cada deseo, anhelo y esperanza, contado todo lo que planeado para los dos, tal cual utopía irrealista, simple, pero cuidando cada detalle de ello. ¿Cuánto más habré de esperar por aquello? Hasta cuándo seré un cobarde reprimido; mientras sufro en silencio, culpandome de éstas emociones reprochadas, ¡ay vida mía!

Qué más puedo decirte, sólo sentiré que eres mía entre relatos de amor que invento contigo, hasta entonces seguiré escribiendo con la tonta ilusión de que algún día me leerás, apreciarás mis letras y aclamarás al tonto iluso que te dedica éstas miseras frases, cortas y a veces eficaces.


Como desearía poderte decir, que soy el que le escribe cada día, el iluso que muere cada noche por su ausencia; mas no desistiré a mis sueños con usted, lucharé por vencer mi cobardía, haré de lado mis temores, dando a notar mi sentir, y le dedicaré cada una de éstas lineas, sabiendo que todas hablan de usted, no le diré más, sólo sepa que ésta son mis confesiones. Confesiones de un iluso.